Constantinopla by Isaac Asimov

Constantinopla by Isaac Asimov

autor:Isaac Asimov
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
publicado: 1970-10-01T04:00:00+00:00


El nuevo imperio en Occidente

En los tiempos del Séptimo Concilio Ecuménico, el emperador Constantino VI tenía cerca de veinte años y quiso poner fin a la regencia. Irene se opuso. Aplastó con firmeza el intento de Constantino, y exigió que el ejército le jurara fidelidad a ella sola.

No obstante el ejército todavía no se había reconciliado con las ideas iconodulas y era muy hostil a Irene. Se sublevó y forzó el reconocimiento de Constantino VI como emperador por derecho propio. Irene fue desterrada.

Pero Constantino no tenía criterio. Por alguna razón, le dio por pensar que le gustaría tener a su madre a su lado, y en el 792 la hizo volver del exilio. Es posible que quisiera a su madre, pero desde luego ella no le quería a él. Realmente es una de las parodias más monstruosas de la maternidad que se encuentran en la historia. Empezó inmediatamente a intrigar contra él.

Constantino, que se había colocado al alcance de Irene, puso después un arma en su mano. Tenía una esposa llamada María, y una amante, Teodota. A nadie le preocupaba eso, pero Constantino, en un arrebato de amor, se divorció de su esposa en el 796 y se casó con su amante. Al querer ser honrado y regularizar su situación, ofendió a todos los beatos del imperio. El partido de Irene se fortaleció inmediatamente, y antes del 797 ella detentaba suficiente poder como para mandar que su hijo fuera apresado y cegado. Vivió en la oscuridad, y ni siquiera se sabe exactamente dónde murió. Su ceguera supuso, sin embargo, el fin de su reinado, y también de la dinastía Isaúrica, que había contado con cuatro emperadores que ocuparon el trono durante sólo ochenta años.

Después de cegar a Constantino (acto que aquella madre amorosa mandó llevar a cabo con una brutalidad inusitada), Irene se proclamó emperador, asumiendo el título masculino porque se negó a buscar a un hombre a través del cual pudiera gobernar. Esta situación irregular duró cinco años, desde el 797 hasta el 802, y tuvo repercusiones en la historia occidental.

Casi toda la cristiandad occidental estaba sometida a los reyes francos, y los francos no reconocían a las mujeres como gobernantes. Una mujer emperador les parecía una contradicción en sus términos, y según su modo de pensar, el trono imperial estaba vacío. Debido a una coincidencia de la historia, en el mismo momento que el Oriente estaba gobernado por una mujer, el Occidente estaba dominado por el monarca franco más importante de todos: Carlomagno.

En aquel momento el papa era León III, y tenía diversas razones para tomar medidas que parecieran razonables si se consideraba vacante el trono imperial. Por una parte, Roma era la sede original del imperio, y en comparación Constantinopla era una recién llegada. En todo caso, debía haber un emperador en Roma y más aún si no había ninguno en Constantinopla. Además, ya que el papa estaba libre del dominio del emperador de Constantinopla, ¿por qué no iba a tener un emperador propio?

Por consiguiente, el día de Navidad del año 800, el papa León III coronó a Carlomagno como emperador romano.



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